Con Lola durmiendo en el sillón,
sentada como los chinos
en el suelo,
y mi cuaderno sobre la superficie plana
de un tronco,
sentí
como se desmoronaba
la semi - inspiración,
que aún siendo demasiado pequeña
para dedicarse al rubro,
lograba que mi lapicera en mano,
escribiera versos
que al releer arrojaría al fuego.
Puesto que ya ni siquiera
sé hacer bien mi trabajo de poeta,
me iré a dormir
antes que despierten los gallos,
pues en pocas horas,
comenzaré a rendirle honores al tiempo,
fabricando relojes.