Bajo la obtusa negritud de la noche,
un raquítico suspiro,
se arrastro hasta llegar a su hogar,
y ni siquiera lo sentiste llegar.
Entre ruidos y silencios,
la loca se sumergió
en néctares de nombres difusos. 
Negó a la sobriedad,
acusando a las horas sin sueño
de malos tratos a terceros.
Ya los mendigos
sabían del vacío absoluto,
quien sabía más de soledades
que la escritora suicida?,
la loca era todos ellostodos los días
y aún con suerte un poco más.
La loca buscaba razones
en los mares de la nada,
buscaba besos
que embriagaran su alma,
y busca
sin alas,
terminar con la soledad.
Se escribe por necesidad primera,o porque los vacíos son enormes y los errores,
frecuentes.Quizás alguienllegará a entender lo que digo,o quizás será solo un susurroen la inmensidad del desierto.Me quedo con las charlas imaginariasque tuvimosmientras soñaba que era otradiferente a esta.
Sí las arpías tuvieran piernas de mujer
y labios con espinas,
difícil sería la mentira más piadosa,
se debería pensar dos veces
antes de mirarlas con deseo,sus caricias dolerían aún más que la negativa
de mis histéricas musas.
Por las noches las veo pasearse frente a mí,y no quisiera tenerlas sentaditas sobre el escritorio
espiando lo que escribo,
aún así deseo verlas enredadas
entre las sábanas,
imitando el aullido de los lobos
con cada roce imaginario,
impregnando las sedas de un olor azul Francia,
para que las recuerde una siesta entera.