Las luciérnagas habían iluminado la noche,
espectros agónicos asechando en las sombras
el amor que llega de a ratos
para romper el silencio,
como caminar en el fango,
como nadar en un mar de azúcar,
como la caída de la miel sobre el cuerpo.
Amantes con fuego en las venas,
corazones rojos de pasión incomprendida.
Manos que buscan aferrarse
desesperadas en la oscuridad,
cuerpos susurrantes,
musas en celo infernal.
El manto del secreto cubre la velada,
lejos quedan los prejuicios,
lejos queda la vida cotidiana.
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