La gente se queja,
porque no tiene tiempo,
o porque tiene y no sabe que hacer con él,
por su existencia,
por su aspecto,
por ausencias,
de la locura del otro,
de la ceguera de algunos pocos,
de la sordera colectiva.
La gente también
suele quejarse de llena,
quizás fue el mismo día en que sus neuronas
se fueron a una fiesta electrónica
y no hicieron contacto al bailar.
Muchos se quejan de pocas cosas,
pero sin dudas,
toda queja es un sumbido,
de mucha queja quizás hay solo ruido,
coherencia y vacío.
Sin rezongar,
difícilmente habría sentido,
sin sentido,
es menos que nada.
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