sábado, 24 de julio de 2010

Invierno todo el día

Borracha por la espera,
cansada de fumar sin parar,

calor
frío

humedad,
labios partidos,
afuera es invierno todo el día,

la soledad apesta,

gris
ocre
negro,

palabras desprendidas,
cerebro maldito reproductor,
bajo las lanas

el silencio sordo,

después la nada,
una sonámbula cucaracha

haciendo las compras en la cocina,

ronquidos perrunos,
y ese trozo de sueño
escapándose por la boca.

domingo, 18 de julio de 2010

Delirio color sepia


La muñeca esta tirada
en un rincón de la habitación,
doblada y despeinada,
un tanto desnuda,
con cara de espasmo.

Tengo el cuello repleto de burbujas de aire
a punto de explotar,
queriendo doler un poco más.

Miro hacia el único costado que me es posible mirar,
y observo a un mono
desparramando papeles,
afuera llueve a cantaros,
mientras un grupo de elefantes enanos
desfilan para mí.

viernes, 16 de julio de 2010

La costurera

Silencio finito,
un punto fijo,
trozos de tela,
entre hilos
agujas
tijeras
vaso de licor
colillas de cigarrillos sin cenicero,
fuego ardiendo,
tarde de invierno,
y una mujer gastada y vivaz
cose botones llenos de sueños
sobre su blusa.

martes, 13 de julio de 2010

Lo último

La última vez que le creí a los locos,
termine igual o peor que ellos,
el último mortal que me hizo llorar,
regresó a los brazos gastados de su mujer,
después de aspirar gramos de cocaína durante años,
de accidentarse y romperse los huesos,
y de follarse evangélicas vírgenes
que deseaban con ganas perras
tocar pedacitos de infierno.

La última vez que el filo de una daga
cuyo grabado decía "the end"
marcaba finos surcos en mis brazos,
la alarma interna sonó agónica,
despertándome de aquel letargo anestésico
que los días y los meses
habían construido para mi.

Y lo último es que camino
con las suelas nuevas,
con la garganta reconstruida,
con una mochila vacía de cosas para llenarla,
con los ojos de la oscuridad en mis manos
y con un futuro en frente,
al que aún no puedo verle la cara,
mientras tanto ando,
porque hay que andar.




lunes, 12 de julio de 2010

Con tinta

Entre niños poetas y perros vagabundos, la suerte se esfuma y se pierde con el viento como el humo de mi cigarrillo, consumido por la espera.
A lo metros, la muchacha que sueña con un futuro en la esquina, adorna su cabello con luciérnagas, mientras le reza a un dios inexistente, aprieta los dientes y sube al auto, el viejo conductor le acaricia la pierna, se relame y jadea, toma el volante y siguen su camino.
Urgencias, novela de suspenso y mucho drama, botas de taco gastado beodas de tanto andar, besos, lenguas con sabor a licor barato, tabaco desparramado en la cartera, algunas pastillas y polvos mágicos para el olvido, para dormir, para seguir.

Para algunos la suerte se paga con desgracia, para otros, con un buen licor y cigarros ayudan a la convivencia con la desgracia. No tengo la gracia de tener suerte en cuestiones cotidianas... solo escribo, de mala manera, porque no he tenido maestros para que me enseñen las recetas para hacerlo. Vomitar las penas con tinta... es algo de sabios.