martes, 9 de marzo de 2010

A la siesta

Mientras tiende la ropa,
aquel sofocante sol de Marzo,
parece quebrarle la piel,
hundirse en los poros cansados,
rezonga en silencio y suda,
como si de noches de pasión se tratara.

No cuestiona hasta dónde
la llevó su destino,
pero le duele en la soledad,
haber tenido tantos hijos,
quizás hubiera sido mejor,
mantener sus ideas liberales
y no exiliarlas en el olvido.

Muda sus nostalgias a la cocina,
barre una a una
las lágrimas de una noche violenta,
hasta que una mano pequeña
se cuelga del vestido,
pidiendo comida.

1 comentario:

YESS dijo...

que triste...